Si hay una característica que define esta época por la que transitamos es la indolencia. Definida por la RAE como la cualidad del que no se afecta o conmueve, flojo (perezoso) e insensible o que no siente el dolor. Estamos cada día más insultados por lo que vemos pero casi nadie hace nada, vemos las situaciones como si estuviéramos delante de una pantalla, absortos, pasivos, inmóviles y sin que nada nos conmueva a hacer nada. Esto es una característica más del Fin de los tiempos, definido como el Final de una Era, de una etapa que ha sido muy importante en la historia. Continuamos subidos en un tren sin preguntar a dónde nos lleva y lo que es más duro, sabiendo que nuestra desidia nos arroja al vacío y aún así lo aceptamos como inevitable.
No vamos a ver revueltas, no vamos a ver revoluciones masivas ni nada por el estilo, sin embargo el fin está decretado. ¿Cómo será? El golpe va a ser tan extremo cuando el tren se estrelle que es lo único
que nos devolverá del sueño a la realidad, a volver a despertar. El año 2020 es una primera aproximación al desastre, volverán las crisis económicas y la toma de conciencia de que vivimos es un espejismo, en una representación de lo que en realidad es. La tuerca seguirá dando vueltas (ya son las últimas) hasta que llegue el fin del recorrido.
El poder parlotea como un pollo sin cabeza, no se sabe por dónde ir, por dónde orientar las cosas, el pueblo desnortado elige a líderes sin ideas en los que vuelca sus últimas esperanzas demostrando su hartazgo y su falta de esperanza. Son líderes de cabeza hueca que los llevarán al precipicio mientras una mayoría ríe sin pensar.
Se agotan las ideas, los argumentos y unas pocas gentes se debaten a diario contra muros de hormigón en el intento de concienciar a la humanidad de lo erróneo de su conducta, son auténticos héroes y heroínas, guías que siembran lo que será la semilla del nuevo tiempo, otro tiempo que no podrá ser de otra manera pero en el que ya no habrá mucha gente para experimentarlo. Pero ellos y ellas son nuestra única esperanza. Las palabras que resuenan en el corazón y que dan vida son las verdaderas, las que provocan odio y hartazgo son falsas. Tú decides entre despertar ó continuar en el sueño.